Ganar aquí es de las cosas más grandes que se pueden hacer en el ciclismo. Para mí es un sueño hecho realidad. A falta de 50 kilómetros, Herrada apretó en un puerto y me dejó atrás. Gracias a mi compañero Jetse Bol he podido volver a entrar. El equipo me ha dicho: “Guarda para mañana, piensa en el maillot de la Montaña”. Y yo me he puesto cabezón y he respondido: “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”. Una vez en la subida final, he optado por subir a mi aire, haciendo cambios de ritmo, porque subir a un ritmo constante me mata. Me quedaba, apretaba, volvía… En el último kilómetro he visto la pancarta de la Montaña y me he dicho: ¡pues ataco a puntuar! He demarrado pensando en no aflojar hasta que me reventaran las piernas. Nosotros, los que ganamos poco, tardamos tiempo en creernos nuestras victorias. No me daré cuenta de lo que he hecho hasta que entre en Pro Cycling Stats y me dé cuenta de que he sido el primero hoy. Las grandes vueltas necesitan equipos como nosotros que tanto en las etapas llanas como en las de montaña nos dejamos la piel para que nos vean en televisión.
