GEODIVERSIDAD EN LA CIUDAD

Sí, también en la ciudad hay geodiversidad. Hace falta un observador un poco entrenado y raramente se ve desde el aire. Pero está allí, esperando a los más curiosos.
El punto más alto de la etapa se sitúa en Torrelodones, localidad del noroeste de la Comunidad de Madrid situado en el límite superior de la Cuenca Terciaria de Madrid, sobre arenas arcósicas producto de la erosión de los macizos rocosos antiguos que conforman la Sierra de Guadarrama, próxima ya al conjunto de fracturas en el terreno que separa ambos dominios geológicos.
El punto de salida de esta última etapa se encuentra en la localidad de Las Rozas, situada al sur de Torrelodones y sobre unas arcosas de aproximadamente 10 millones de años de antigüedad. Sobre estos sedimentos, parecidos y diferentes a la vez tanto en el tamaño de los granos que los forman, como en algunos casos su color, y cuyas edades podemos situar entre los 8 y 16 millones de años, discurre la etapa hasta que nos aproximamos definitivamente a la localidad de Madrid. En conjunto, estos depósitos conforman una suave llanura interrumpida por los ríos que la cortan. A la ciudad de Madrid se accederá atravesando el parque de la Casa de Campo (también sobre esas arenas arcósicas, en este caso de una edad aproximada de unos 14 millones de años); y a continuación los depósitos mucho más recientes y de origen fluvial pertenecientes al río Manzanares (de edad Holocena, y por tanto inferior a los 10.000 años), el cual atravesaremos por el Puente de los Franceses.
Ya en Madrid, el eje Paseo de Recoletos-Paseo del Prado corre a lo largo del antiguo cauce del Arroyo de la Fuente Castellana, totalmente soterrado desde el siglo XIX, mientras que en el acceso hasta la Plaza de Callao se está remontando una suave ladera que asciende hasta la divisoria de aguas entre dicho arroyo de la Fuente Castellana y el río Manzanares, aunque todas las rocas parecen haber desaparecido bajo el asfalto y las aceras. Bajo toda la ciudad de Madrid hay areniscas (bajo las arcosas anteriormente mencionadas) que tienen unos 30 millones de años y están empapadas de agua. Esas arenas proporcionan, mediante pozos, a veces de más de 600 metros, un aporte de agua que sirve como complemento fundamental para el abastecimiento de la capital, basado principalmente en el aporte de agua superficial procedente de la cuenca del Tajo y que en determinadas ocasiones se queda escaso para una ciudad de las dimensiones de Madrid.
Madrid tiene un gran patrimonio paleontológico y arqueológico que desde el Mioceno ha dejado en su entorno un gran número de yacimientos, como el importante yacimiento paleontológico de Somosaguas (con importantes restos de vertebrados como mastodontes, rinocerontes, o équidos, todos ellos de una antigüedad aproximada de 14 millones de años) en el término municipal de Pozuelo de Alarcón; próximo al cual pasa la etapa sobre el kilómetro 37 de la misma, antes de llegar a la ciudad de Madrid y por tanto al circuito de la Castellana.
Pero aún queda mucho por ver. Cada edificio de una ciudad es una oportunidad de recordar que muchos aspectos de nuestra vida dependen de la geodiversidad. Por toda la ciudad hay edificios de ladrillo, imposibles sin la arcilla de las cuencas terciarias, como la Casa de las Flores donde vivió Neruda, en la calle Princesa. Los edificios más lujosos se construyeron con mármol o granito, como el Palacio Real. Hoy en día, la mayoría de las rocas sirven para revestir y embellecer las estructuras ya levantadas. Incluso los edificios más modernos, cubiertos por vidrio, encierran su lección; porque todo ese vidrio procede de la sílice, del cuarzo, ese mineral tan común en los granitos que casi olvidamos que existe.
Término de la etapa:
Cuenca Terciaria de Madrid. Una de las grandes depresiones que se formaron entre las cordilleras y sierras de la península Ibérica. Todas estas cuencas están rellenas de sedimentos formados durante el Terciario, en los últimos 50 millones de años. La cuenca está dividida en dos subcuencas por una pequeña elevación, N-S, denominada sierra de Altomira. Esta deja una depresión al este, la cuenca de Loranca; y otra mucho mayor al oeste, la cuenca de Madrid propiamente dicha.

Coordinador: Sergio Rodríguez García (Universidad Complutense de Madrid).

Colaboradores:
Elisabeth Díaz Losada (Instituto Geológico y Minero de España).
Julio Garrote Revilla (Universidad Complutense de Madrid).
Juan Miguel Insúa Arévalo (Universidad Complutense de Madrid).
Blanca Martínez García (Instituto Geológico y Minero de España).
Mónica Leonor Meléndez Asensio (Instituto Geológico y Minero de España).
Francisco Javier Rubio Pascual (Instituto Geológico y Minero de España).
Ángel Enrique Salazar Rincón (Instituto Geológico y Minero de España).