Diapiros, pie de monte y karst

La etapa 14 comienza en la comarca de Béarn, muy cerca de un fenómeno geológico muy interesante: el diapiro salino de Salies-deBéarn. Un diapiro es un domo de rocas salinas que asciende hasta zonas superficiales del terreno.

A finales del periodo Triásico (-200 millones de años), el supercontinente Pangea, que agrupaba todas las tierras emergidas, empezó a fragmentarse. La aparición de un golfo marino, situado entre la placa ibérica y la placa europea, permitió que entraran las aguas del Mar Boreal, que inundaron la actual cuenca de Aquitania.

La aridez del clima hizo que el Mar Boreal se evaporara lentamente y dejara detrás de sí cantidades considerables de la sal que contenía. Durante los periodos siguientes, el Jurásico (-200 a -145 millones de años) y el Cretáceo (-145 a -66 millones de años), la evaporación fue menos intensa; aparecieron margas verdes, rojas o de color vino, y restos de animales marinos, sepias y corales que se depositaron encima de la sal formando una capa arcillosa protectora que la conservó y la protegió de la contaminación.

Génesis de un diapiro salino

A finales del periodo Cretáceo, durante la formación de las montañas de los Pirineos, se produjeron inmensas fallas en el suelo bearnés. La sal, más flexible que la piedra, se desplazó a través de estas fallas y salió a la superficie formando domos salinos, llamados diapiros.

La comarca de Béarn, por la que discurren los primeros 100 kilómetros de la etapa está cubierta en su mayor parte por el denominado Pie de Monte de los Pirineos. Es un relieve formado por montañas bajas, en aumento hacia la cordillera que presentan en superficie materiales detríticos (conglomerados, areniscas y arcillas) producidos por la erosión de las montañas mientras se están elevando y que son arrastrados por los ríos y torrentes hasta las zonas bajas próximas a la misma. La parte más baja está constituida por la parte no deformada del piedemonte. Son grandes abanicos aluviales (depósitos de los ríos cuando llegan a zonas llanas desde las montañas) que se solapan entre ellos. Estos depósitos están constituidos por gravas, arenas y arcillas. En las zonas más próximas a la cordillera, y como efecto del levantamiento de la misma, estos materiales llegan a deformarse, elevándose y plegándose, formando ya relieves considerables.

Pequeño abanico aluvial en el Pirineo francés

Los últimos kilómetros y la llegada de la etapa transcurren por montañas formadas por rocas caliza profundamente erosionadas. El karst de Larra-Belagua constituye un excelente ejemplo de un sistema kárstico por disolución de la roca caliza muy extenso. Encontramos multitud de formas desarrolladas en el exterior (denominadas exokársticas). Destacan profundos lapiaces, que son huecos y estrías en la superficie de la roca por le disolución que produce en la caliza el agua de lluvía y la que se desliza por encima de la caliza. Existen también dolinas, o depresiones circulares o elipsoidales en el terreno, también debidas a la disolución en superficie o en profundidad. Hay también cavernas producidas por la disolución en el interior de la roca por el agua que se filtra por los planos de estratificación y las fallas. En estas cuevas, entre las que destaca la sima de la piedra de San Martín, encontramos numerosas formas endokársticas, entre las que se encuentran estalactitas y estalagmitas.

Lapiaz en Belarra. Foto tomada de Turismo Rural de Navarra.

Detalle de la sima de la piedra de San Martín. Foto Almela, Espeleo Club Castelló.  

Coordinador: Sergio Rodríguez García (UCM)

Colaboradores: Elisabeth Díaz Losada (IGME) Julio Garrote Revilla (UCM) Juan Miguel Insúa Arévalo (UCM) Blanca Martínez García (IGME) María Belén Muñoz García (UCM) Francisco Javier Rubio Pascual (IGME) Ángel Enrique Salazar Rincón (IGME)